Por Paulo Pécora.
El universo fílmico de Gonzalo Calzada dentro del género fantástico.
El cine de terror argentino vive un momento de reconocimiento local e
internacional nunca antes imaginado. La calidad de sus propuestas, tanto a nivel
narrativo como a nivel técnico y estético, es en gran parte el resultado de un
trabajo perseverante y prolongado en el tiempo, especialmente a partir de la
aparición a fines de los años ‘90 de una camada de realizadores que llevaron
adelante sus sueños sangrientos, su amor por el miedo y la fantasía, pese a la
falta de interés institucional y a los pocos recursos económicos que poseían.
La autogestión y el amor por el cine –en este caso, por un género tan particular
como el terror- condujo a muchos de estos cineastas a un presente sumamente
alentador, concreto, en el que propuestas perturbadoras como “Cuando la
maldad acecha”, de Damián Rugna, lograron éxitos de taquilla inesperados (más
de 300 mil espectadores en ese caso), estrenos en plataformas online, además de
premios y reconocimientos en diversos festivales internacionales.